Incluida en la sección “La esperanza bienaventurada” en la Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios, es la declaración siguiente:
“La resurrección de los que han muerto en Cristo y su arrebatamiento junto con los que estén vivos a la venida del Señor es la esperanza inminente y bienaventurada de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:16,17; Romanos 8:23; Tito 2:13; 1 Corintios 15:51,52).”
Jesús enseñó que Él regresaría
Jesús enseñó que Él regresaría a la tierra. Él cuidadosamente advertió a sus discípulos que necesitaban estar constantemente preparados para esto (Mateo 24:42-51; 25:1-13; Marcos 13:37; Lucas 12:37).
Ellos entendieron que la era actual terminará con su venida (Mateo 24:3). La garantía de su venida era una de las verdades con las que Él consoló a sus seguidores antes de su muerte (Juan 14:2,3).
En el momento de la ascensión de Cristo, dos ángeles vinieron al grupo de los discípulos que estaban reunidos para repetir la promesa de que Él regresaría. Ellos declararon que Él vendría de la misma manera que se había ido (Hechos 1:11). Esto claramente significa que su segunda venida será literal, física, y visible.
Las epístolas enseñan que Jesús regresará
Las epístolas del Nuevo Testamento se refieren frecuentemente a la segunda venida, y a través de los pasajes de las Escrituras que tratan de este tema recurre la idea de la inminencia. Aunque habrá un período de tiempo entre la primera y la segunda venida (Lucas 19:11), todas las enseñanzas acerca del regreso del Señor enfatizan que acontecerá repentinamente y sin previo aviso; que los creyentes deben estar siempre en un estado de preparación continua (Filipenses 4:5; Hebreos 10:37; Santiago 5:8,9; Apocalipsis 22:10).
Los creyentes en los primeros días de la Iglesia vivían en un estado de expectación (1 Corintios 1:7; 1 Tesalonicenses 1:9,10). Cuando Pablo usa la forma “nosotros” en 1 Corintios 15:51 y 1 Tesalonicenses 4:17 muestra que él tenía la esperanza de que todavía estaría vivo cuando Jesús regresara.
El rapto de los creyentes
Una comparación de los pasajes de las Escrituras relacionados con la segunda venida muestra que algunos hablan de un acontecimiento visible a toda la humanidad que implica el juicio de los pecadores. Otros describen una venida conocida solo por los creyentes y que resulta en su redención de la tierra.
La segunda es conocida por los evangélicos como “el rapto” (o arrebatamiento). Esta palabra no se encuentra en la Biblia, pero ha sido usada tanto que una de las definiciones para la palabra en inglés en el Webster’s Third New International Dictionary Unabridged, es: “Cuando Cristo levanta a su verdadera iglesia y a sus miembros a un reino más allá de la tierra donde todos disfrutarán de felicidad celestial con su Señor”. La palabra raptar se podría usar para traducir la palabra “arrebatados” de 1 Tesalonicenses 4:17. Jesús dijo que su venida resultaría en situaciones donde un individuo sería llevado de un lugar mientras el otro individuo sería dejado. Esto indica un traslado repentino de los creyentes de la tierra, mientras los no creyentes quedan aquí para enfrentar la tribulación (Mateo 24:36-42).
Jesús describió su venida como algo que ocurriría en un tiempo en que las naciones de la tierra se lamentarían cuando lo vieran llegar (Mateo 24:30). El apóstol Pablo describe el regreso del Señor como un tiempo de juicio e ira para los impíos (2 Tesalonicenses 1:7-10).
En 1 Tesalonicenses 4:13-18, él considera un aspecto diferente de la segunda venida. Este breve pasaje es la enseñanza más directa y clara sobre el rapto en el Nuevo Testamento. Sólo habla de los creyentes, tantos vivos como muertos. No dice que los injustos verán a Cristo en ese momento. Pablo describe la venida de Jesús en el aire, pero no dice nada de que sus pies tocarán la tierra, como dice otro pasaje que acontecerá en su venida (Zacarías 14:4). Es el momento cuando se cumplirá 1 Juan 3:2, y seremos como Él.
La misma palabra griega usada en 1 Tesalonicenses 4:17 para decir “arrebatado” se usa en Hechos 8:39 para describir cuando Felipe fue “arrebatado” después de bautizar al etíope. El segundo versículo dice que el Espíritu del Señor arrebató a Felipe–identificando el origen del poder que llevará a los creyentes de la tierra en el rapto.
En 2 Tesalonicenses 2:1 Pablo llama el rapto “nuestra reunión con él.” La palabra griega aquí traducida “reunión” es la misma palabra traducida como “congregarnos” en Hebreos 10:25, refiriéndose a la congregación de los cristianos para alabar. Es la imagen de los santos congregándose alrededor de Cristo cuando venga por ellos.
El arrebatamiento sobrenatural de individuos piadosos de la tierra no es algo desconocido en las Escrituras. El suceso destacado en la vida de Enoc fue su desaparición milagrosa de la tierra después de caminar con Dios (Génesis 5:21-24). El autor de Hebreos llamó esa experiencia un traspaso, evitando la muerte (Hebreos 11:5).
Aunque algunos aspectos del traspaso de Elías fueron distintos del de Enoc, también implicó un arrebatamiento repentino de un creyente del mundo sin experimentar la muerte (2 Reyes 2:1-13).
Primera de Corintios 15:51-54 trata del mismo acontecimiento que 1 Tesalonicenses 4:13-18. Aquí también Pablo trata de los cambios que se producirán tanto en los creyentes vivos como en los creyentes muertos durante el rapto. Lo llama un misterio (1 Corintios 15:51), una verdad que antes no era conocida pero que ahora le fue revelada por el Espíritu Santo.
En Filipenses 3:21 Pablo relaciona la venida del Señor con el tiempo cuando “el cuerpo de la humillación nuestra” será cambiado–otra referencia al rapto.
Los pasajes que corresponden al rapto describen la venida del Señor por su pueblo. Los pasajes que se refieren a la revelación de Cristo describen la venida del Señor con sus santos. Colosenses 3:4 trata de los creyentes que aparecerán con Cristo en su venida. Judas 14 también prevé la venida del Señor con su pueblo para ejecutar el juicio que muchos otros pasajes mencionan en relación con su venida pública.
Porque las Escrituras no se contradicen, parece razonable concluir que los pasajes que describen la venida de Cristo por los santos y con los santos indican dos fases de su venida. Nosotros creemos que es bíblico suponer que el intervalo entre los dos es el tiempo cuando el mundo experimentará la gran tribulación, implicando el reino del Anticristo y el derramamiento de la ira de Dios sobre los injustos (Daniel 12:1,2, 10-13; Mateo 24:15-31; 2 Tesalonicenses 2:1-12).
Los creyentes y la Gran Tribulación
Aunque el pueblo de Dios quizá sufra muchas aflicciones antes de la venida del Señor, la iglesia será raptada antes del período llamado la Gran Tribulación.
En 2 Tesalonicenses 2 Pablo indica que ciertas cosas tienen que acontecer antes de que el día del Señor (que es parte de la gran tribulación) pudiera empezar. Un individuo llamado “el hombre de pecado” (anticristo) aparecerá. El misterio de injusticia ha estado operando desde el tiempo de Pablo, pero está siendo restringido por el poder del Espíritu que obra por medio de la iglesia verdadera. Sólo cuando la iglesia sea llevada de la tierra por el rapto, este hombre podrá aparecer públicamente.
En 1 Tesalonicenses 5, siguiendo el pasaje del rapto en el capítulo 4, Pablo enseña acerca del Día del Señor. Él advierte de la destrucción que éste traerá sobre los injustos (vv. 2, 3). Pero en seguida aseguró a los cristianos que los que son de Cristo no serán vencidos (v. 4).
Todavía hablando del día del Señor, Pablo escribe: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v. 9). Parece claro que él está indicando aquí la liberación de los creyentes de los juicios del día del Señor, incluida la gran tribulación.
En el Nuevo Testamento los cristianos son repetidamente exhortados a velar en vista de la venida del Señor. Nunca se les enseña velar por la gran tribulación ni por la llegada del Anticristo. Esperar que tales cosas tengan que suceder antes del rapto destruye el sentido de inminencia que respecto a la segunda venida de Cristo aparece en todo el Nuevo Testamento.
Los creyentes reciben las instrucciones de que tienen que “esperar de los cielos a su Hijo,” no la gran tribulación (1 Tesalonicenses 1:10). Cuando las señales del fin de la era son evidentes, deben erguirse y levantar su cabeza en expectación de su redención, no de la gran tribulación (Lucas 21:28).
Las señales de la venida del Señor se manifestarán antes de su llegada pública, pero no tienen que ser cumplidas antes del rapto. Cualquier enseñanza que ciertos hechos tienen que acontecer antes del rapto no está en armonía con la doctrina de inminencia.
Es consecuente con los tratos de Dios con su pueblo en el Antiguo Testamento creer que la iglesia será llevada del mundo antes de la gran tribulación. Dios no mandó el diluvio hasta que Noé y su familia estuvieron seguros dentro del arca. No destruyó a Sodoma hasta que Lot salió. La Biblia refiere de un rapto que es pre-tribulación. En todas las enseñanzas de la segunda venida en el Nuevo Testamento la inminencia se enfatiza. Interponer otros sucesos antes del rapto viola tales enseñanzas.
Mientras los cristianos esperan con alegría la venida del Señor, es bueno recordarles las palabras de Pablo a Tito: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:11-14).
El Texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera Ó1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; Ó renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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